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¿Qué pasa si me suelto?

De pequeña tenía un buen amigo, algo extraño, y bastante callado…, pero vaya que sabía participar de mis aventuras. Él se situaba estático en el patio de la casa de mis padres, y cada tarde se aprestaba a escuchar mis interminables historias. Yo era esa chiquitica traviesa de tacones y gafas oscuras que llegaba a su encuentro. En ese momento, nada más importaba, tan solo ese mundo imaginario que era capaz de crear, ese espacio que compartía con aquel ser inamovible que simplemente atinaba a entregarme su compañía, la tarde entonces se iluminaba, y esta niña de rizos cafés, era feliz .   Tal vez en la vida adulta nos faltan más troncos alojados en el patio de una casa para alisar las arrugas que el paso del tiempo suele dejar en el alma. Esta pequeña de rizos alocados se hizo grande, y las tribulaciones de ese paso entre la imaginación, y la realidad absorta de quehaceres, fue palpable  ¿Para qué luchar contra aquello que convencionalmente es necesario o importante?, esto es, lo que s